Las piedras preciosas también representaban en la época victoriana un mes determinado y poseía un mensaje característico para los amantes que ocultaban sus sentimientos hasta que llegara la hora de poder hacer público el romance.
Enero: el granate como piedra preciosa.
Febrero: la amatista como piedra de la sabiduría.
Marzo: el jaspe como piedra de la honestidad.
Abril: el diamante como piedra del amor eterno.
Mayo: la esmeralda como piedra de la esperanza.
Junio: el ágata de la sensibilidad y creatividad.
Julio: la turquesa como piedra de un espíritu libre.
Agosto: la cornalina como piedra de los valientes.
Septiembre: la curativa piedra crisocola.
Octubre: el aguamarina como piedra de la pureza.
Noviembre: el topacio como piedra de la sabiduría.
Diciembre: el rubí como piedra de la pasión.
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