Los viajeros, al igual que el resto de la sociedad poseía una etiquete que intentaban no saltarse bajo ningún concepto.
Compraban el billete con antelación y llegaban a tiempo. se sentaban en al mejor posición. Solían disfrutar del paisaje, leer un libro, un periódico o echarse una ligera siesta.
En el vagón ni se comía, ni se fumaba ni se bebía alcohol. Los bolsos y maletas se colocaban donde no molestaran a nadie.
En los viajes largos se podía entablar conversación.
Las jóvenes que viajaban solas buscaban la protección de alguna dama de más edad y si eran de las clases más humildes intentaban aprender de sus modales si ellas no los conocían del todo.
Los hombres, siendo auténticos caballeros, ayudaban con el equipaje a las damas, no molestaban a las jóvenes, si alguien lo hacía las defendían, y si conversaban nunca lo hacían en temas personales, si bien estos temas incluían tanto hombres como mujeres.
Si viajaban con niños, llevaban algún juguete, libro o muñeco para entretener sin molestar a nadie y un kit de emergencia en un botiquín de viaje.